Por Azacán
Tenía
17 años cuando leí por primera vez aquella sentencia de Heráclito
que reza: “El combate es el padree de todas las cosas y también
el rey. A algunos ha convertido en dioses, a otros en hombres; a unos
ha hecho esclavos y a otros libres.”
recuerdo
que me desconcertó bastante. Posiblemente por el culto fanático a
la paz que se nos inculca desde niños; culto que raya más bien en
la cobardía y, a qué señalarlo, le viene perfecto a los intereses
de los amos.
Unos
10 años después, por recomendación de un compa de la JCM en
Aguascalientes, leí el Manifiesto del Partido Comunista (MPC) por
primera vez.
Yo
creo que uno de los más grandes vacíos en mi educación pasa por
haber llegado a este texto tan tarde. Si bien a ningún trabajador se
le debe negar la lectura de este libro, creo que deberíamos hacer
algo para que nadie llegue a la edad de 20 años sin haberlo leído.
El
MPC ayuda a entender que:
-
La humanidad está en guerra consigo misma.
-
Esta guerra, como todo conflicto, saca lo mejor y lo peor de ella (de la humanidad). Es un conflicto positivo que produce progreso.
-
Debemos ubicarnos en un polo de este conflicto. Esto es fundamental en la construcción de nuestra identidad.
-
Hay que reconocernos en nuestra clase, amarla y ser amigos de quienes la defienden. Al mismo tiempo, nos debe resultar natural detestar a los enemigos de nuestra clase y procurar su muerte como ellos procuran la nuestra.
-
Que ellos son la muerte tanto como nosotros somos el futuro.
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