La libertad según l@s zapatistas. Diario de un estudiante

 Por Azacán



Para nosotros, los más pequeños de estas tierras, los sin rostro y sin historia, los armados de verdad y fuego, los que venimos de la noche y la montaña, los hombres y mujeres verdaderos, los muertos de ayer, hoy y siempre… para nosotros nada. Para todos todo.

¡ Libertad ! ¡ Justicia ! ¡ Democracia !

C C R I – C G del E Z L N Marzo de 1994





Hoy es 25 de agosto de 2020. Han pasado ya siete años del primer grado de la escuelita zapatista, que fue en agosto de 2013. A continuación presento mi diario del suceso. Al leerlo me lamento de que, dada la intensidad de aquellos días y la fugacidad de las velas, quedaba muy poco tiempo para escribir. Por esta causa, y por haber dejado pasar siete años, buena parte de aquella experiencia se ha borrado de mi mente. En descargo de mi negligencia aduciré que la escuelita zapatista trajo cambios inesperados en mi vida; que los dos años siguientes fueron de intenso conflicto interno, de trabajo extenuante (tanto en lo político como en lo económico) y de disputas muy dolorosas, pero necesarias, en la organización. Vino la salida de la JCM, nuevos intentos de organizarse y un deambular de varios años sin poder asimilar todo aquello. En fin, que apenas estoy recuperando la cordura necesaria para reflexionar sobre lo vivido durante aquellos hermosos días.




Comunidad Monterrey. Municipio Autónomo Francisco Gómez. Caracol La Garrucha. Chiapas.



12 de agosto de 2013.

Estoy escribiendo a la luz de una vela. No sé exactamente cómo es la comunidad, porque llegamos ya de noche. Esa será la maravilla mañana por la mañana.

Hoy por la tarde llegamos al Caracol de La Garrucha. Los compañeros bases de apoyo zapatistas (BAZ) estaban alineados en dos filas a lo largo del camino por el que habríamos de pasar los alumnos. Nos daban la bienvenida gritando vivas a las comunidades BAZ, al EZLN, a los comandantes, a los estudiantes y a los maestros.

Luego del recibimiento nos dieron de comer. Terminando, nos llamaron para asignarnos a nuestro Votán. El mío se llama Abel.

Luego que nos asignaron nos pasaron a un salón muy grande donde ya se daba la clase. Esta consistía en una introducción donde algunos compañeros maestros y maestras zapatistas hablaban de las estrategias que el mal gobierno emplea para destruir la organización. Dichas estrategias van de los apoyos económicos, para desincentivar la lucha, hasta los ataques directos por medio de grupos paramilitares. Dan muchos apoyos económicos a las familias que no son zapatistas; becas de estudio, materiales de construcción, programas de autoempleo, etc. También le invierten mucho a la formación de líderes de los partidos políticos, para que se opongan al zapatismo. Estos líderes suelen ser los que luego forman organizaciones antizapatistas.

Durante espacio de una hora pude escuchar lo que los compañeros decían, pero comenzó a llover y su palabra se hizo inaudible. Ya no pudimos escuchar el fin de la clase.

Pasada la lluvia cenamos y, como a las siete, salimos del caracol. En el camino nos fuimos conociendo entre los alumnos, porque nos resultaba un poco más difícil romper el hielo con nuestros Votanes. El grupo está formado por compañeros de Cuba y México.

A las 8:30 llegamos a Monterrey, que así se llama la comunidad. Toda la gente nos aguardaba reunida frente a la iglesia. Nos recibieron cantando el himno zapatista. Después todos cantamos el himno nacional. Ahí mismo se nos pidió que nos presentáramos, así que fuimos tomando la palabra uno a uno.

Al final vino la cena; nos dieron frijoles, arroz, tortillas y una salsa muy buena. Cenamos primero los alumnos con nuestros Votanes y después el resto de los compañeros.

Durante la cena, mi Votán, Abel, me contó que el día nueve de septiembre tendrán otra fiesta en celebración de la recuperación de las tierras que ahora trabajan. Una fiesta para recordar que pueden trabajar dignamente. Los partidistas, en cambio, no trabajan, por eso nunca les rinde el dinero que el gobierno les da. Incluso él les ha comprado las láminas que les regalan, porque ellos no las usan. Cuando les han regalado cemento él y sus hijos han ido a trabajar en sus casas, poniéndoles el piso, porque ellos ni eso pueden hacer. Total, que los apoyos del mal gobierno los aprovechan indirectamente los compañeros y los partidistas nomás se hacen más flojos.

Luego de la cena nos fuimos a casa de nuestros Votanes. Yo me estaré quedando en un cuarto que Abel usa como tienda.

Aquí los pisos, como las paredes, son de madera, pero no está incómodo para dormir. Los insectos cantan haciendo la noche muy apacible. La oscuridad es absoluta.

Martes 13 de agosto de 2013

Hoy fue un día difícil. El compañero Abel me dejó en la cocina de su casa y no entendía nada de lo que su familia hablaba en tzeltal. Como quiera, aprendí sus nombres: la señora Maricela es su esposa, Roberta y Alonso, dos de sus hijos. También aprendí a decir tortilla: waj-iu-ishi, agua: ahj, y otras que olvidé, o sea, que no las aprendí.

En ese no aprendizaje estaba cuando llegó el compa Abel. Maricela le dijo en tzeltal que no había yo entendido algunas palabras. Me enseñó; hai: jícara; mut: gallina; tuluc: guajolote; shenec: frijoles.

Me platicó cómo se fueron juntando desde 1983 para la lucha en la organización. “Si veías que alguien era consciente, lo invitabas. Poco a poco se platicaba con los amigos y conocidos. Diez años tardamos en esa tarea, hasta que dijimos que ya.” Fueron tiempos muy difíciles, me cuenta que había que llevar provisiones a la sierra, caminar varias horas para llegar en el momento indicado. En estos años Abel conoció muchos compañeros, mucha gente. Aprendió castilla porque vivió unos tres años en San Cristóbal, trabajando en una organización social.

Me contó también cómo ahora el trabajo es en los colectivos, ya no en la clandestinidad como antes. Los colectivos son proyectos de producción donde tanto el trabajo, como el producto de este, son colectivos. Por medio de estos proyectos se resuelven las necesidades de la comunidad. Se sustentan en una idea muy bella: mediante trabajo y organización se resuelven los problemas con dignidad.

Yo le conté que nosotros también nos organizamos en colectivos. Me preguntó acerca de lo que hacemos. Yo traté de hablarle de las luchas en las que participamos, pero la verdad, en mi fuero interno, entendí que nada tenía para contar en ese lugar. Así que le pregunté acerca de la justicia autónoma.

Lo importante en la justicia— me dijo — es que nadie sienta que perdió, sino que todos estén conformes con la decisión que se tome. Para esto hay que saber escuchar. El zapatista escucha, por que no es que el que acusa tiene siempre la razón. Lo justo es que el castigo no sea un mal para la persona, sino que haya un aprendizaje. Por eso el que ofende a un hermano o comete un delito, debe pagar con trabajo, o debe reparar el daño: hacer algo bueno que a él también lo haga pensar. Para el mal gobierno la justicia es un negocio, por eso la cobran. Aquí no se cobra por la justicia. Los jueces del mal gobierno venden la justicia, por un dinero deciden quién tiene la razón. De por sí creen que lo bueno es el dinero. Aquí no: aquí se escucha y se busca la forma de que las partes entren en acuerdo. Queremos que el que hace daño acepte que cometió un error, si no, ¿cuál justicia? El que acepta que hizo mal, ya se está reformando, no como en las cárceles del mal gobierno, donde al acusado, en vez de darle la oportunidad de componer lo que hizo, se le hace un mal. Mal por mal, eso no es justicia. Una vez, aquí cerca, se detuvo a un hombre que andaba engañando a los migrantes; les cobraba por llevarlos, pero luego no se hacía responsable. Se le acusó y la Junta lo agarró. Nunca se le trató mal, pero se le hizo entrar en razón de que a un ser humano no se le debe estafar, y menos si está muy necesitado. Se le puso a trabajar en una obra del Caracol, se le alimentó, se le enseñó albañilería. Él podía irse si quería, pero se quedó porque se le trató con respeto. Al final, cuando se fue, regresó a la Junta a agradecer que se le enseñó un oficio; regresó a decir que ya aquel abuso no lo iba a cometer más.

Luego de esa pequeña plática nos fuimos a trabajar. Fue una experiencia extrema. Para empezar, me montaron en el único caballo que había. Cuando por primera vez intenté subirme, la silla se recorrió hacia donde hice fuerza con mi pie en el estribo. La montura se giró y todos rieron. No las ajustan para gente tan pesada.

Total, que cuando hubieron ajustado más la silla, monté. El viaje fue largo. En las bajadas pronunciadas tenía la impresión de que el pobre rocín terminaría por resbalar. Yo era el único que iba a caballo, hasta que, en un punto, dejamos al caballo y seguimos todos a pie. En la primera milpa que atravesamos, ya trabajaban Julio (compañero estudiante procedente de Monterrey) y su Votán. En la segunda milpa trabajaban David (estudiante procedente de Cuba) y su Votán. David, con ese bellísimo acento cubano, alardeaba de ser muy trabajador.

Llegamos a la milpa Abel, su hijo Efraín y yo. Sus dos hijos más pequeños se habían separado un tramo antes para ir a juntar leña.

Nuestro trabajo consistió en cortar mazorcas y reunirlas. Cortábamos una mazorca y la arrojábamos a un pequeño claro que Abel y Efraín habían formado con sus machetes. Cuando tuvimos un par de buenos montones los metimos en tres redes que los compas traían. Justo al terminar de llenar las redes se hizo la hora del almuerzo. Bebimos un delicioso pozol. Estaba muy llenador; con eso no necesita uno nada más.

Cargamos cada quien una red y caminamos hasta salir de las milpas. Ya ahí Efraín se fue por el caballo. Dos redes cargó el rocín y la tercera la llevó Efraín con su mecapal. Tomó camino por delante de nosotros y le perdimos de vista.

Cuando estuvimos de vuelta en su casa, Abel me preguntó si quería echar un baño. Asentí. Me bañé al aire libre, como ellos acostumbran. En esas estaba cuando mi Votán salió al pueblo. Ya que me hube bañado y vestido, salí a reportarme. Abel no estaba, así que Maricela me indicó con un ademán que me sentara a esperarlo. Durante un buen rato estuvimos en silencio, a ratos intentábamos hablar, pero yo no entendía casi nada. Por fin me puse a preguntarle cómo se nombraba esto o aquello, señalándolo con el dedo. Gato se dice choj, árbol: te, chile: ich, maíz: ishim, nosotros: ho o tic.

Cuando llegó mi Votán nos fuimos los tres a comer. Durante la comida me contó que por doce años fue promotor de salud. Sabe de hiervas, recetar medicinas, inyectar, suturar, atender partos, etc. Dice que los primeros promotores fueron los de salud; es decir, que la salud autónoma fue antes de la justicia autónoma y mucho antes que la educación.

Luego de comer un delicioso huevo con frijoles y esa salsa exquisita que sólo aquí he probado, mi Votán se fue a bañar. Yo me puse a leer mis materiales de la escuelita porque me dijo que después nos pondríamos a estudiar. Y así fue.

Yo me esperaba algún discurso, así que me tomó por sorpresa cuando preguntó: “¿Está claro lo que dicen los materiales? ¿Qué dudas tienes?” ¡Diantres! A pensar rápido.

Como ya había preguntado sobre la justicia autónoma, ahora pregunté sobre la estructura del gobierno autónomo, en particular sobre los tres niveles; también sobre la policía y sobre la educación autónoma.

Con respecto al gobierno autónomo, yo leí en los materiales que son tres niveles: Junta de buen gobierno (Caracol), Junta municipal (Consejo autónomo) y Gobierno local. Pero tenía la duda especialmente de cómo trabajaba el gobierno local. Pues resulta que, al igual que los gobiernos del municipio y del Caracol, tiene una estructura bien compleja. Hay muchos cargos que tienen que ver con todos los servicios creados para satisfacer las trece demandas zapatistas: tierra, trabajo, alimentación, vivienda, salud, educación, independencia, democracia, libertad, información, cultura, justicia y paz. Por ejemplo, hay un Comisariado que atiende los asuntos de tierras, territorio y trabajo colectivo; los Agentes se encargan de la justicia, apoyados por al menos tres policías; existen áreas de trabajo: en educación, salud, trabajo colectivo, transporte, etc. Desde los dieciséis años ya se puede ejercer un cargo. No se paga dinero a quienes ejercen un cargo, a menos que se decida lo contrario a causa del tiempo que un área de trabajo pueda requerir, pero se le apoya con el trabajo en su parcela cuando tiene que salir y se le da dinero para su transporte. Todos los recursos con los que funcionan estos servicios salen del trabajo colectivo. Cuando entra dinero o proyectos externos, se decide en la Junta de Buen Gobierno cómo distribuirlos de la manera más equitativa posible.

Acerca de la policía, me dijo que la hay en todas las comunidades, por lo que se pueda ofrecer, pero que, como no sirve al mal gobierno, ni a intereses ajenos al bien de la comunidad, no reprime, sino que usa la palabra.

En cuanto a la escuela, no se enseñan las mismas materias que en la escuela oficial, sino lo que se necesita que los niños aprendan. La educación está basada en el compartir. La idea es que lo que se sabe no debe perderse: no se debe ser egoísta con el conocimiento. Hay que preparar a los que vienen detrás para que conozcan la historia de los pueblos, para que defiendan la verdad y no crean las mentiras del mal gobierno. Se enseña lecto-escritura en la lengua materna y matemáticas.

Luego de la clase estuve leyendo un buen rato mis materiales de estudio. Como a eso de las 7:00 mi Votán me comenzó a platicar sobre su experiencia con la religión. Resulta que él fue catequista y hoy es responsable de la iglesia. Los compas son católicos muy devotos y desconfían bastante de los protestantes (que llegan en cantidad buscando miseria de qué alimentarse). Pasó un compañero por enfrente de la casa y saludó. Respondimos el saludo y mi Votán le dijo: “el compita viene de Zacatecas, donde anduvo Pancho Villa”. Ya me había sorprendido varias veces con referencias históricas de ese tipo, así que le pregunté: “Oiga compañero, ¿y cómo es que usted sabe tanto de Historia de México?” Me contestó: “No, si aquí yo no sé nada. Sabemos. Aquí nadie sabe él solo, si uno sabe algo nuevo, lo comparte. Aquí todo es de todos”.

Ya comenzando a oscurecer me contó sobre los tiempos de antes, sobre la pobreza y el trabajo en las fincas. Narró anécdotas de su vida que obviamente no puedo contar aquí, pero que me conmovieron mucho. En el dolor se adquiere consciencia, dijo Abreu Gómez, pero también en él nos reconocemos como compañeros.

Total, que nos retiramos a cenar: un par de deliciosos elotes y café. Durante la cena seguimos platicando de religión. Mi Votán sí que ha leído la biblia.

Miércoles 14 de agosto de 2013

Hoy desayuné caldo de tuza. Tempranito nos fuimos a conocer la milpa colectiva. En ella se encuentran las matas más grandes, de casi tres metros. El terreno también es más grande que los particulares. Todos cooperan ahí y lo que se obtiene es para los trabajos de la organización. Cada quien aporta su trabajo. Tienen milpa y cafetal colectivos. El grano que cosechan se lo venden a las rancherías cercanas y a los partidistas, porque ellos no tienen milpas: están atenidos a lo que el gobierno les da.

El día de hoy íbamos a presenciar una clase de la escuela autónoma, pero se pasó para mañana.

Mientras escribía mi diario llegaron Julio Cesar (de Mty.) y David (de Cuba). Charlamos un rato y Julio nos contó que hay una guardia en la iglesia las 24 horas, para escuchar la radio insurgente; está a la espera de algún comunicado o noticia del EZLN. Mi Votán nos regaló naranjas de un su árbol. Después, cuando se fueron los dos compañeros, me platicó acerca de un señor que fue compañero BAZ, pero que dejó de serlo por irresponsable y deshonesto. Resulta que un pequeño propietario de la zona lo contrató par que cuidara su rancho. Firmaron contrato por dos años, al cabo de los cuales el ex compañero metió una demanda contra el dueño del rancho aduciendo que con seis meses de habitar el lugar ya podía reclamar la propiedad. El propietario le pidió consejo al compa Abel, quien le dijo que pusiera también su demanda, pero lo que el señor quería era el apoyo de la organización, así que fue al Caracol a exponer su caso. En el Caracol dijeron que le ayudarían. Una vez que se informaron bien del asunto, mandaron decir a la comunidad que apoyaran al señor dueño del rancho. Entonces los compas se juntaron, bloquearon el camino por donde pasaría en su carro el compañero ex BAZ y lo detuvieron ahí hasta que fue su hijo a retirar la demanda. Para esto, ese señor había salido de la organización tiempo atrás. Después de retirada la demanda le dieron dos días para que deshiciera su casa y se fuera, porque eso había mandado la Junta de Buen Gobierno. Me contó luego de cómo salió de la organización ese señor. Resulta que no quería hacer el trabajo colectivo y se batallaba para que diera cooperaciones cuando se le requería. Los compas hablaron con él muchas veces, pero no cambiaba su actitud. Total, que en una de esas mi Votán le dijo que lo justo era que hiciera el trabajo que hacían todos los demás, que si no, pues no tenía caso estar organizados, si no va a haber justicia. El otro contestó que a él nadie lo tenía que mandar y que iba a quejarse a la Junta de Buen Gobierno. En la Junta le dijeron que sus compañeros tenían la razón, que lo viera si le convenía seguir en la organización. El señor, después de pensarlo unos minutos que la Junta le dio, decidió salirse.

Mi Votán dice que el que es finquero o tiene su tierra aparte, puede hacer lo que quiera, pero si vive de la tierra recuperada por la organización, tiene que disciplinarse a lo que la comunidad necesite. La tierra recuperada es una herencia de los que han luchado: debe ser usada en bien de todos.

El resto de la mañana la pasé estudiando para tener buenas preguntas qué dirigirle a Abel en nuestra clase de la tarde.

Luego se hizo la hora del pozol, como a las 11:00. Hoy lo comí con chile. Es una delicia. Mientras lo bebíamos, le estuve contando a los compañeros cómo es la vida de los pobres y los ricos en la ciudad. Creo que el pozol es el mejor invento de la historia.

Después del pozol seguí leyendo los materiales del curso. Me han surgido muchas dudas, pero mi Votán siempre conoce las respuestas. Sólo lo agarré un poco en curva cuando le pregunté los nombres de todos los Municipios Autónomos en Resistencia (MAREZ). No se acordó, pero en corto sacó un libro grueso y se puso a leer. Mientras yo tomaba un apunte sobre la estructura del gobierno autónomo él pasaba hojas. Al ratito me pasó el libro y dijo: “aquí están los nombres”. Le pregunté si todos los compañeros tienen libros así. Me dijo que sí.

Tomé mis apuntes y seguí leyendo hasta que se hizo la hora de comer. Hoy comimos arroz con unos frijoles grandes muy buenos. Pedí un poco más de frijoles y Maricela me echó mucha comida. Terminé muy lleno.

Luego de comer salimos. Alguien que pasó dijo que estaban haciendo un mural en la escuela. Fuimos, pero ya no estaban pintando. Había sido Julio, el compañero de Monterrey, que dibujó un Zapata con aerosol en la escuela autónoma. Mañana va a hacer un Subcomandante Marcos.

Ya estando ahí, nos quedamos a ver el juego de fútbol entre los compañeros de la comunidad y los invitados. El juego estuvo muy bueno. El resultado: visitantes 7, locales 9. Terminado el juego, estuvimos platicando un rato entre todos. La charla giró en torno a los trabajos colectivos; yo comenté que los de la Juventud Comunista estamos pensando en comenzar proyectos de este tipo, pero que todavía no nos animamos. El Votán de Julio (de Querétaro) me dijo que hay que animarse a hacer las cosas sabiendo que se puede perder. Lo único que no se vale es perder la idea.

Alguien dijo algo que apunté como nota marginal en mi diario, pero no recuerdo quién fue. “Encontrarás razones para luchar dentro de ti. No las busques en otros. Hay tantas razones, que sorprende que haya tantos que no luchan. Pero esos de por sí viven sin razón que los guíe”.

Los jóvenes de la comunidad, que habían ganado el juego, trajeron un refresco y nos invitaron a todos. Después de esto hubo reunión de nuestros Votanes.

En la reunión los compas decidieron organizar una fiesta el jueves, para despedirnos. Acordaron empezar a prepararla a las 5:00 PM, para no desvelarnos mucho.

De regreso en casa, mientras cenábamos, mi Votán me estuvo platicando sobre el Sup. Marcos, el Sup. Pedro y el alzamiento del 94. Me habló de la disciplina que había y hay en la guerrilla. Él está totalmente convencido de que la lucha se va a ganar. Dice que desde antes del alzamiento sabían que vendría gente de muchos lados a apoyar y a aprender. Dice que la revolución debe ser mundial para que en realidad pueda ser efectiva.

Jueves 15 de agosto de 2013

Hoy fuimos a ver a los niños trabajar en la escuela. La verdad es que me dejó muy contento la explicación que el promotor de educación nos dio sobre el método de aprendizaje.

El día de trabajo gira en torno a una de las trece demandas. Hay cuatro ejes: Matemáticas, Historia, Vida y medio, y Lengua. En cada demanda, mientras que se estudia, se van viendo una o varias de las cuatro áreas o ejes. La sesión comienza partiendo de una serie de preguntas que el promotor le plantea a los niños, quienes van comentando y compartiendo lo que saben. Es un método que permite que entre todos vayan construyendo su conocimiento. No tienen libros escolares, pero el promotor hace un escrito con los puntos centrales de lo que se espera que los niños aprendan. Este texto se usa como base o por si los niños no llegan solos a lo que el promotor pretende.

Los cubanos estuvieron insistiendo en saber cómo se prepara el promotor, a dónde va a estudiar. No les cabe en la cabeza que haya suficientes contenidos que aprender en la misma comunidad, en su tradición y prácticas. Lo que pasa es que aquí el conocimiento se comparte al máximo. Los compas insistieron en que esto es apenas un inicio, que esperan pronto contar con una secundaria y libros. Yo sabía de antemano que los promotores van a prepararse al Caracol, o al CIDECI, pero creo que era importante que se entendiera que hay una gran riqueza cultural en los mismos pueblos, la cual debe ser tomada en cuenta.

Luego de las preguntas todos se pusieron sus pasamontañas y nos dieron permiso de sacar fotos. Aquello fue una euforia; todo mundo deseaba fotografiar a los zapatistas, a los niños, hacerse fotos con ellos. Luego Julio continuó con sus murales en la escuela y nosotros nos regresamos a la casa porque se hizo la hora del pozol.

Mientras tomábamos el pozol, le expresaba a mi votán la alegría que me dio conocer los avances en educación y, un poco a modo de disculpa, le dije que los cubanos no comprendieron muy bien porque no conocen la situación en el resto de nuestro país, y la previa al levantamiento armado. Es que hicieron varios comentarios en el sentido de que el avance era poco, sacando a relucir, como siempre, la importancia que en Cuba se le da a la cultura.

Bebimos el pozol y le hice a mi votán las últimas preguntas que traía en mi lista. Al fin entendí que el cargo de Agente se lleva en pareja, o sea que no es nunca un hombre o una mujer solos la máxima autoridad, sino que ambos.

Pregunté acerca del acoso de paramilitares o partidista. Me dijo que directamente en la comunidad no lo ha habido, pero que sí ocurrió en una comunidad cercana. Los compas de aquí se trasladaron a apoyar.

Me explicó que cuando alguien hace trabajo en contra de la organización tiene su castigo. Por ejemplo, un señor que recurrente mente atacaba a la organización en otra comunidad, lo agarraron y su castigo fue ir a ser juzgado a la Junta de Buen Gobierno a pie. En cambio, a varia gente de la ORCAO que quería adueñarse de tierra recuperada, se le otorgó una hectárea por familia, para que pudiera trabajar. Aquí la tierra es muy productiva; con una hectárea sí se alcanza para vivir.

Luego del pozol me fui a bañar y me puse a estudiar un rato. En eso se hizo la hora de la comida.

Me hablaron a comer. Habían matado una gallina porque aquella era nuestra última comida juntos. Maricela hizo un caldo de gallina con chayote; delicioso.

En esta última comida la plática fue más íntima. Mi votán me contó sobre la batalla de “El Chilar”, donde cayeron muchos soldados. Eso fue antes de que él entrara a la organización. Dice que pasaron, por el pueblo donde entonces vivía, unos hombres con mochila, que pidieron comprar algo de comer. Los indígenas les regalaron comida y les prestaron a un muchacho para que les guiara hasta Altamirano. Todos sospechaban que eran guerrilleros, porque ya había corrido la noticia del enfrentamiento; por eso les regalaron la comida. Al muchacho que los guió le pagaron cien pesos. Después, cuando ya era más grande la organización, hubo otro enfrentamiento en La Garrucha. Este se debió a una traición. Ahí tenían su cuartel general los insurgentes y contaban con un túnel, para escapar. Los militares rodearon el cerro; era de noche. Empezó la balacera, pero los insurgentes salieron por el túnel; sólo se quedó un compañero cubriendo la retirada. Como no se salió cuando le dijeron, ahí lo mataron. Luego que los insurgentes se retiraron, los soldados siguieron avanzando y disparando, al punto que empezaron a matarse entre ellos.

Me contó también que cerca de la comunidad vive un ex teniente del ejército. A veces platica con él. Así se ha enterado de algunas particularidades del ejército mexicano: que los soldados están mal pagados, que son cobardes, que gastan el parque a lo tonto y, si se les termina, arrojan el arma y huyen. Se rigen por dos principios: la ambición y el miedo. El ex teniente ahora es jubilado, pero tuvo que batallar mucho para que le dieran su pensión. Tiene hijos por todos lados, como buen militar.

Me habló de nuevo acerca de la justicia autónoma. Hay gente de comunidades no zapatistas que va a solicitar la justicia autónoma, porque la justicia del mal gobierno sólo les saca dinero y no resuelve el problema. Así, si dos personas ajenas a la organización tienen un pleito y acuden a la autoridad autónoma, esta los atiende mediando en la disputa y procurando que lleguen a un acuerdo. La autoridad autónoma trata de evitar que una de las partes demande a la otra porque, si esta va a la cárcel, no podrá resarcir el daño y su familia quedará desamparada. La autoridad autónoma exige que se llegue a un acuerdo; por ejemplo, que el que debe dinero se comprometa a pagar en un plazo determinado. La autoridad se preocupa por que se establezca una fecha razonable, que el acusado pueda cumplir. Ya si no cumple, entonces sí, se deja que lo procesen las autoridades del mal gobierno y lo metan preso. Pero nadie debe ir a prisión sin tener la oportunidad de resarcir el daño que haya hecho.

Durante esta comida, mi Votán me narró dos leyendas que le contó su abuelo. Pero en mi diario sólo aparece una hoja en blanco. Lo dejé para escribirlo después y, por el ritmo de los acontecimientos, ya no lo hice. Me revuelvo la cabeza intentando recordar y no puedo. Terrible pérdida; el tiempo sepulta la memoria irremediablemente. Como sea, una de ellas la recuerdo en sus rasgos esenciales, porque escribí el principio. Trata de una mujer tigre y su enamorado. No la refiero, porque no quiero tergiversarla; aquí el comienzo:

Hay gente que nace con su nahual. Unos tienen nahual de trueno, otros de coyote, de perro, de tigre. Los que tienen nahual de trueno son bravos para pelear, pero los que tienen nahual de animal, además de poseer sus facultades pueden convertirse.

En los tiempos en que todavía no había comunidades, sino familias que vivían una en un cerro y otra en otro, hubo un joven que le comenzó a hablar para novia a una muchacha muy hermosa…

Acabando la plática nos fuimos a poner la lona para la fiesta. Ahí me enteré de que los compas habían contratado una banda de músicos y sonido para hacer un baile por nuestra partida. Me sobrecogió la noticia, porque me imagino que a los compañeros no les sobra el dinero, pero lo decidieron en colectivo porque consideraron importante mostrarnos el gusto que les daba recibirnos.

Luego de poner la lona, estuvieron los compas platicando un rato en tzeltal. Yo aproveché para ponerme a escribir, porque esa noche no habría oportunidad de hacerlo. En eso llegó David, el cubano, a decirme que me tenía la misión de convencer a los compañeros alumnos de hacer una cooperación para pagar una pequeña parte de lo que costaría la música. Yo le respondí que ya se nos había indicado que no podíamos dar dinero ni ninguna otra cosa a la comunidad. Él contestó que no se lo daríamos a la comunidad, sino que se lo entregaríamos al de la música, para que la comunidad tuviera que dar menos. Así se salvaba eso de que no podíamos entregar nada a la comunidad.

En mala hora me dejé convencer; me pareció justo lo que dijo acerca de que sería un gasto excesivo para la comunidad, pues serían más de mil pesos. Total, que él quedó de plantearlo a las autoridades de la comunidad y yo a los demás alumnos.

Nos fuimos a cenar rápido y regresamos. Nos echamos un cafecito con galletas y plátanos. Todos en la casa se preparaban para el baile.

Salimos de la casa como a las 9:30; ya todos los compas estaban allá. La banda era de compañeros de otra comunidad. Le echaban muchas ganas para animar a la gente a bailar, pero todos permanecían sentados alrededor con expresión muy seria. Luego supe que los hombres y mujeres casados no bailan a menos que sea con su cónyuge. De todas formas, tampoco los hombres jóvenes bailaban; sólo un grupo de muchachas bailaban entre ellas muy despacito, con timidez. Los cubanos, en cambio, armaron un súper ambiente; bailaban con tal cadencia que tenían a los compas sorprendidos: brincaban, sacudían los brazos, daban vueltas vertiginosamente.

Como los compas habían hecho un gran esfuerzo por organizar aquella fiesta, yo también hice algunos intentos por bailar. Luego me senté a charlar un rato con las cubanas. Intercambiábamos impresiones sobre esta experiencia cuando llegó David. Cometí el error de preguntarle qué fin había dado lo de la cooperación. No lo hubiera hecho; me dijo que su Votán ya no le había comentado nada de eso y que iba a ver. Se fue y regresó muy ufano de que se iba a reunir con las autoridades de la comunidad. Nos invitó a ir. Planteó su punto y los compas autoridades deliberaron un buen rato. La respuesta fue contundente: No podían recibir nada porque ese era el acuerdo. David insistió y los compañeros le explicaron que, si quería hacer un donativo, debía dejarlo ene el Caracol o en el CIDECI. “Somos un chingo de zapatistas. Aunque sea poquito, pero algo nos ha de tocar.” David entonces dijo que, dado que la fiesta era para nosotros, debían habernos preguntado si queríamos que se gastara tanto en la música, porque nosotros no hubiéramos estado de acuerdo en que gastaran su recursos, que se pudieron haber invertido en algo más productivo, en un gusto para nosotros. Entonces fue que caí en la gravedad del error que había cometido al no detener antes a David. Después le pedí una disculpa a mi Votán, por la grosería que cometimos.

Los tres cubanos habían mantenido, durante toda la permanencia en la comunidad, una actitud de enseñar y no de aprender. En muchos momentos los mexicanos los conteníamos, pero en esta ocasión se nos fue de las manos. En fin, que después de la incómoda reunión nos retiramos a dormir la familia de mi Votán y yo. La música siguió hasta las 12:00.

Viernes 16 de agosto de 2013

Hoy nos levantamos muy temprano porque saldríamos rumbo al Caracol a las 7:00 AM. Rápido desayunamos: caldo de gallina, tortillas, salsa y café. Maricela me entregó un paquetito hecho con hojas de maíz. Contenía semillas de chile. Como en todas las comidas me la pasaba diciendo que aquella salsa me parecía la más sabrosa que hubiera probado, me obsequiaba semillas, para que pudiera sembrarlas en mi casa.

Ya con mis cosas reunidas en la salida de la casa, los compas quisieron tomarse una foto conmigo. Nos la hicimos y luego se pusieron sus pasamontañas para, yo también, sacar una fotito. Después vino el momento de la despedida. Les di la mano a los niño y después a Maricela. Al estrechar su mano me dijo unas palabras en tzeltal, con ese timbre de voz cálido y suave. Al terminar de hablar sus ojos se habían humedecido. Torné la mirada a mi Votán esperando la traducción. Dijo: “Nos dio gusto tenerlo aquí compañero, le pedimos que no sea de balde que haya venido”.

Esperamos la camioneta un rato en el camino. Nos subimos todos y, desde arriba, gritamos “¡Gracias!” “¡Hoco laval!” a toda la gente del pueblo que se había reunido para despedirnos.



Todavía me da tristeza recordar aquella despedida. La foto se perdió con el teléfono. Me desespero mucho conmigo mismo porque no he sido capaz de transmitir lo que aprendí en aquellos días. Siento como que el lenguaje no es suficiente; que las palabras no me alcanzan. Para mi fue ir a recibir un invaluable obsequio, una herencia de dignidad. Fue como tocar el corazón de Hidalgo, de Morelos, de Zapata; como haber respirado el aire de la Rusia que conmovió a John Reed, de la España republicana, de Cuba antiimperialista. También para mi y para algunos compañeros de Zacatecas, significó aquello la ruptura con nuestra organización, porque nuestros sueños ya no cupieron en su agenda y nuestro hambre de respeto chocó con la soberbia de su dirigencia.

Hay que cumplir la tarea, generar organización, conocer y expandir nuestros límites, transmitir el legado del corazón de esta tierra, atreverse a soñar grande y trabajar duro, desear fuerte y obrar en concreto.



Aguascalientes, Ags. 15 de septiembre de 2020

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